PRETORIA (EFE) -- Chile se suicidó en el estadio Loftus Versfeld de Pretoria, donde entregó la victoria a España víctima de sus errores tras un inicio muy prometedor, pero para su fortuna Suiza no ganó a Honduras, con lo que el cuadro de Marcelo Bielsa se verá las caras en octavos ante Brasil y el de Vicente del Bosque, tras salvar este difícil match ball, se medirá a Portugal en el duelo ibérico.
España cumplió con la obligación a la que se vio abocada con su derrota inicial ante Suiza. Dependía, no obstante, de sí misma, pero no tenía otro remedio que sacar el triunfo en este compromiso de gran enjundia, de los de verdad, ante un oponente crecido, lanzado y que estaba haciendo un buen fútbol en este torneo.
El conjunto de Vicente del Bosque primero se deshizo de Honduras en Johannesburgo y en Pretoria hizo lo propio con un magnífico conjunto que dirige el argentino Marcelo Bielsa, que dominó y fue mejor en el arranque del choque.
Pero la roja chilena, la única roja que había sobre el césped, porque España vistió con camiseta azul y pantalones y medias blancas, se suicidó con el error del arquero de la Real Sociedad, Claudio Bravo, muy bien aprovechado por Villa para desnivelar el partido a los 24 minutos.
Y para colmo de males para Chile y tranquilidad para España, sus duras entradas hirieron al conjunto de Bielsa, que se quedó con un hombre menos por expulsión de Marco Estrada, por una patada sin balón a Fernando Torres, justo en la jugada en la que Andrés Iniesta, con un toque magistral, marcaba el segundo tanto.
España, que había estado a merced de Chile en el arranque del encuentro, había dado el golpe de gracia al encuentro. Con el marcador a favor y en superioridad numérica ya pudo tocar con tranquilidad, sosiego y sin prisas, mientras que el equipo de Bielsa no podía sino perseguir con la mirada el balón.
Chile hizo una magnífica demostración en esos 23 minutos iniciales. Su presión, anticipación y velocidad fueron para incluirlos en un manual ante unos jugadores españoles atolondrados. La habilidad de Alexis Sánchez, las rupturas de Valdivia, la rapidez de Beausejour y de Mark González, y el trabajo en la medio de los Mauricio Isla y Estrada, quienes jugaban a otra velocidad. En tanto que Xavi e Iniesta no podían aparecer.
Fueron momentos para la preocupación en el bando español, pero un envío en profundidad de Xabi Alonso salió a despejarlo Claudio Bravo muy lejos de su valla, lo hizo mal, entregó el balón a Villa, quien, sin pararlo y desde unos 35 metros, lo introdujo en arco ante el lamento del golero chileno.
Chile no se lo podía creer. Había mandado y jugado, había sido superior a España y estaba por detrás en el marcador. Pero aún en esos momentos mantuvo el tipo y, de no haber sido por Piqué, podía haber empatado en una escapada de Beausejour.
El segundo castigo, doble, fue el bello gol de Iniesta con un disparo colocado por la izquierda de Bravo y la expulsión en la misma jugada de Estrada por falta a Torres.
Ya todo parecía perfectamente encarrilado para España, pero Bielsa aún tenía cartas bajo la manga. En el descanso dio entrada a Millar y a Paredes, y el primero, nada más iniciarse el segundo tiempo, dio vida a Chile con un disparo que, tras rozar en Piqué, entró en la meta de un sorprendido Casillas y situó el 1-2 en el tablero electrónico del Loftus Versfeld.
El equipo chileno volvía al partido, sin duda. Su gente y todos volvieron a creer. Para España era un contratiempo en un partido que podía pensarse tranquilo. Del Bosque optó rápidamente por buscar otro hombre de toque, Cesc Fábregas, en lugar de Fernando Torres.
Era un jugador más para tocar y tocar, para dejar pasar el tiempo y tratar de descomponer más al rearmado cuadro chileno, cuya fe inquebrantable en el trabajo, es más que encomiable.
Con el esquema de la final de la Eurocopa y otros tantos partidos, con tan solo un punta, en este caso Villa, España mejoró en determinados momentos.
Es verdad que las reservas físicas comenzaron a flaquear en el mermado Chile. Hasta Alexis Sánchez, agotado tras exhibir sus grandes dotes un partido más, tuvo que ser reemplazado, por el xerecista Orellana.
Bielsa comenzó a desesperarse en la zona técnica. No podía con los nervios. Su equipo luchaba, pero se imponía, aún con excesiva lentitud e imprecisión en los últimos metros, el toque español, que según pasó el tiempo optó por conformarse más que por buscar un nuevo gol, con lo que el partido quedaba más abierto que lo que Del Bosque y los suyos deseaban y en cualquier momento Chile podía dar un susto.
Por fortuna para España no llegó este momento y Chile, resguardado en su campo, no tuvo más aire que el justo. El resultado en el Suiza-Honduras le sonrió y también estará en octavos, en los que se medirá a Brasil, en tanto que se avista un más que interesante y emocionante duelo ibérico.
España cumplió con la obligación a la que se vio abocada con su derrota inicial ante Suiza. Dependía, no obstante, de sí misma, pero no tenía otro remedio que sacar el triunfo en este compromiso de gran enjundia, de los de verdad, ante un oponente crecido, lanzado y que estaba haciendo un buen fútbol en este torneo.
El conjunto de Vicente del Bosque primero se deshizo de Honduras en Johannesburgo y en Pretoria hizo lo propio con un magnífico conjunto que dirige el argentino Marcelo Bielsa, que dominó y fue mejor en el arranque del choque.
Pero la roja chilena, la única roja que había sobre el césped, porque España vistió con camiseta azul y pantalones y medias blancas, se suicidó con el error del arquero de la Real Sociedad, Claudio Bravo, muy bien aprovechado por Villa para desnivelar el partido a los 24 minutos.
Y para colmo de males para Chile y tranquilidad para España, sus duras entradas hirieron al conjunto de Bielsa, que se quedó con un hombre menos por expulsión de Marco Estrada, por una patada sin balón a Fernando Torres, justo en la jugada en la que Andrés Iniesta, con un toque magistral, marcaba el segundo tanto.
España, que había estado a merced de Chile en el arranque del encuentro, había dado el golpe de gracia al encuentro. Con el marcador a favor y en superioridad numérica ya pudo tocar con tranquilidad, sosiego y sin prisas, mientras que el equipo de Bielsa no podía sino perseguir con la mirada el balón.
Chile hizo una magnífica demostración en esos 23 minutos iniciales. Su presión, anticipación y velocidad fueron para incluirlos en un manual ante unos jugadores españoles atolondrados. La habilidad de Alexis Sánchez, las rupturas de Valdivia, la rapidez de Beausejour y de Mark González, y el trabajo en la medio de los Mauricio Isla y Estrada, quienes jugaban a otra velocidad. En tanto que Xavi e Iniesta no podían aparecer.
Fueron momentos para la preocupación en el bando español, pero un envío en profundidad de Xabi Alonso salió a despejarlo Claudio Bravo muy lejos de su valla, lo hizo mal, entregó el balón a Villa, quien, sin pararlo y desde unos 35 metros, lo introdujo en arco ante el lamento del golero chileno.
Chile no se lo podía creer. Había mandado y jugado, había sido superior a España y estaba por detrás en el marcador. Pero aún en esos momentos mantuvo el tipo y, de no haber sido por Piqué, podía haber empatado en una escapada de Beausejour.
El segundo castigo, doble, fue el bello gol de Iniesta con un disparo colocado por la izquierda de Bravo y la expulsión en la misma jugada de Estrada por falta a Torres.
Ya todo parecía perfectamente encarrilado para España, pero Bielsa aún tenía cartas bajo la manga. En el descanso dio entrada a Millar y a Paredes, y el primero, nada más iniciarse el segundo tiempo, dio vida a Chile con un disparo que, tras rozar en Piqué, entró en la meta de un sorprendido Casillas y situó el 1-2 en el tablero electrónico del Loftus Versfeld.
El equipo chileno volvía al partido, sin duda. Su gente y todos volvieron a creer. Para España era un contratiempo en un partido que podía pensarse tranquilo. Del Bosque optó rápidamente por buscar otro hombre de toque, Cesc Fábregas, en lugar de Fernando Torres.
Era un jugador más para tocar y tocar, para dejar pasar el tiempo y tratar de descomponer más al rearmado cuadro chileno, cuya fe inquebrantable en el trabajo, es más que encomiable.
Con el esquema de la final de la Eurocopa y otros tantos partidos, con tan solo un punta, en este caso Villa, España mejoró en determinados momentos.
Es verdad que las reservas físicas comenzaron a flaquear en el mermado Chile. Hasta Alexis Sánchez, agotado tras exhibir sus grandes dotes un partido más, tuvo que ser reemplazado, por el xerecista Orellana.
Bielsa comenzó a desesperarse en la zona técnica. No podía con los nervios. Su equipo luchaba, pero se imponía, aún con excesiva lentitud e imprecisión en los últimos metros, el toque español, que según pasó el tiempo optó por conformarse más que por buscar un nuevo gol, con lo que el partido quedaba más abierto que lo que Del Bosque y los suyos deseaban y en cualquier momento Chile podía dar un susto.
Por fortuna para España no llegó este momento y Chile, resguardado en su campo, no tuvo más aire que el justo. El resultado en el Suiza-Honduras le sonrió y también estará en octavos, en los que se medirá a Brasil, en tanto que se avista un más que interesante y emocionante duelo ibérico.